TITULOAURELIO
Originalidad, precisión y contundencia. Los clásicos de la Primera Plana del periodismo mundial siempre arrancaban su vieja Remington con una idea clara en la cabeza para seducir a los lectores: síntesis descriptiva en las primeras líneas del texto y un titular breve y contundente para percutir el detonante explosivo de la curiosidad. Escritores, músicos, guionistas y directores de cine viven esta realidad cada día a la hora de presentar sus trabajos, buscar la referencia clave para la comprensión de las obras y llegar al éxito. El arte de los buenos títulos también es capital en el mundo de la pintura y Aurelio Suárez, el misterioso creador y usuario de su propio lenguaje, lo practicó con oficio durante toda su carrera.
Incansable pintor, Suárez sistematizó un ordenado método para clasificar sus obras donde los títulos atesoran un papel clave. Aplicó un criterio muy original y para que no hubiera dudas escribió de su puño y letra cada referencia en la parte posterior de los trabajos. Más de siete mil títulos quedaron así cincelados en el armazón de las obras, lo que también sirvió para configurar un particular y extenso mundo literario a la sombra de las telas. Además de tropos, piezas humorísticas, metáforas y textos imaginativos, los títulos también expresan conceptos descriptivos de la propia imagen que narra la plástica. Así hablan:
Óleos: Mesa con frutero, 1939; Orquídea, 1943; Joven montada en bicicleta, 1946; Jarro con flores cerámicas, 1951 – Gouaches: Cabo de Torres, fecha desconocida; Calle Capua, 1931; Gijón infantil, 1931; Automóvil de alquiler, 1936 – Bocetos: 79. Muelle de Gijón, 1946; 86. Varadero de Fomento, 1946; 1270. Paleta aureliense, 1951; 1612. Gijón - Cocina de la calle de La Paz, 1953; 1725. Pintor bocetando, 1955; 2071. Mujer descansando sobre dos cabezas pétreas, 1961; 2499. Aureliografía, 1965; 2951. Floraurelio, 1970; 3724. Artefacto geométrico, 1988; 3889. Vuelta al ayer, 1991.
El humor y la metáfora son parte sustancial de la obra de Aurelio Suárez. En el año 1959 la escritora Carmen Deben lo destacaba en un artículo publicado en el diario madrileño Pueblo con motivo del fallo del premio de cuentos Sésamo. Decía que dos asturianos la acompañaban en el acto de entrega del premio, en los locales de las históricas cuevas de la calle del Príncipe. En el asfixiado mundo cultural del Madrid de la postguerra Pedro Mario Herrero y Aurelio Suárez, que en aquellas fechas exponía en la sala Fernando Fe, participaban activamente en las tertulias de Sésamo. Dice Carmen Deben en su crónica que «durante la comida observamos el catálogo de pinturas de Aurelio Suárez con títulos deliciosos, llenos de ese humor socarrón, propio de todo asturiano. Ahí va uno: Oreja escuchando mentiras de amor». Ahí van otros:
Óleos: Elefantasía, 1939; Muerte preparando una trampa, 1941; Vinófilo, 1942; Tres filósofos ante un huevo, 1943; Imagen perenne de su cuello, 1949; Diorama faunístico, 1951; Testapulpo en su jardín, 1955; Englobativo, 1960 – Gouache: Diógenes pintando, 1945 – Bocetos: 63. Hombre foca, 1946; 563. Paseo de superficie, 1947; 763. Pulpo terrestre, 1948; 795. Tortícolis, 1948; 931. Don Vinario, 1949; 1509. Sirénida llamando a un marinero, 1952; 1554. Náufrafos. Teodoro tengo miedo… no te aflijas, Catalina, la barca es de papel parafinado…, 1953; 1603. Hombre jorobado por el tiempo, 1953; 1807. Domesticador de pájaros, 1957; 1941. Rostropecius, 1959; 2006. Niño con un huevo bajo el brazo, 1960 – Fuera de formato: Pluricéfalo quinto, 1990.
Gran lector, en su biblioteca, además de los autores clásicos no faltaban obras de campos tan diversos como la arquitectura, astronomía, biología, botánica, cerámica, escultura, filosofía, geología, medicina, meteorología, oceanografía, química o geología. Sobre estas lecturas y el gran poso intelectual de las mismas sustentó Suárez su obra artística. La biblioteca pública Jovellanos recuerda este principio del también llamado artista-científico. En una pared del noble edificio que fuera sede en Gijón del Banco de España se reproduce una obra a gran tamaño de Aurelio Suárez. Justo debajo figura el texto de una de sus frases favoritas: «Para conseguir esta clase de pintura son precisas mucha imaginación y gran cultura, tanto literaria como científica. Leo mucho… de todo y de todos… Es lo que constituye mi piscina intelectual»:
Óleos: Noche sideral, 1940; Ictiófagos, 1944; Vegetalización, 1951; Floripano, 1958; Florilolo, 1958; Concha de fussus, 1959; Erosión, 1960; Vulcanismo, 1960; Cefalópodo, 1960; Teoleosteo, 1962 – Gouaches: Vida y muerte, 1932; Geómetra, 1934; Octopus vulgaris, 1939 – Bocetos: 706. Perca fufliatilis, 1948; 1750. Pecímetro, 1956; 1947. Peces aurelienses, 1949; 1981. Animalias, 1960; 3321. Geologismo, 1979.
Marcel Duchamp, René Magritte o Francisco de Goya jugaron de forma magistral con los títulos de sus obras. La bicicleta y la pipa se relacionan inmediatamente con el pintor cubista francés y el surrealista belga, y la lista de títulos de los caprichos o los desastres de la guerra, desde El sueño de la razón produce monstruos hasta el terrible Esto es peor, son ejemplos de personificación de las obras a través de una frase. Sobre su mundo artístico Aurelio Suárez dejó claro que «la pintura no es ahora abstracta o imaginativa por vez primera. Ya lo fue Goya y anteriormente El Bosco. Y mucho antes los egipcios, cuyos dibujos tenían valor de símbolos». Estos son títulos aurelianos:
Óleos: Apiádate de mí, 1939; Presentimiento, 1942; Larga es tu ausencia, 1944; Llegada de Naruso, 1944; Mundo oculto, 1946; Torre de marfil, 1952; Anochecer de cálido verano, 1954 – Gouaches: Chatarra humana, 1946; Esperanza nuestra, 1946; Algo busca que no encuentra, 1976; Consultor de porvenires, 1979 – Bocetos: 249. Hombre que del cielo cae se estrella, 1946; 299. Mis piernas quedaron allá, 1947; 865. La comerá, 1949; 1833. Hombre al lado de su silla amada, 1957; 2556. Esto es un fondo del mar, 1965.
El relato del pintor gijonés a través de sus títulos constituye la crónica de un bagaje artístico abrumador, nuevo y personal así como el acceso al llamado aurelianismo. Conceptos abstractos, estados mentales y proyecciones psíquicas entran y salen con naturalidad de sus creaciones y los títulos allanan la comprensión de las obras, la complementan, la desvían o la dislocan. Sus principios quedaron marcados como testimonio escrito entre las pinceladas de dos de sus principales obras: Crono pictórico de 1934 «Pinta lo que quieras y como quieras» y Teorema pictórico de 1932 «Pintar no es copiar la naturaleza, es representar gráficamente lo que imagina nuestro cerebro». Los principios artísticos y estéticos de Aurelio Suárez pasan por estas coordenadas. Nada más y nada menos:
Óleos: Extraño mundo del sueño, 1943; Noche con dos lunas, 1943; Proyección psíquica, 1944; Oleopintor metafísico, 1945; Esferonauta, 1945; Ultrairrealidad, 1947; Evasión del mundo real, 1948; Sueño inconcreto, 1952 – Gouaches: Autocerebro, 1930; Tarde del jueves, 1944; Paisaje del caracol, 1946; Psicología del tedio, 1947; Final marítimo, 1949; Aureliopulpo pintor, 1978 – Bocetos: 1682. Abstracción, 1954; 1703. Ventana abierta hacia dentro de mí, 1955; 1992. Rostroplasma, 1960; 2803. Introversión aureliense, 1968; 3562. Mundo onírico, 1984; 3656. Equis más uno, 1986.
Lo que pintó Aurelio Suárez está cargado de poesía, lírica, sensibilidad e ideas que desarrollan escenas. Pasan cosas dentro y fuera de la pintura en el más puro concepto surrealista. «Para mi pintar es hacer poesía con el pincel», dijo. El inventor de temas y pintor de ideas definió su obra como «onírica y, desde luego, muy literaria». Según dijo, tiene este valor porque «gran parte de lo que pinto se debe a mis lecturas y a mi curiosidad intelectual». Con un importante componente filosófico y cerebral en sus obras, Suárez las aderezó en muchos casos con tropos literarios como títulos:
Óleos: Noche sideral, 1940; Buscamor, 1940; Amador de flores, 1952; Epílogo de un pájaro, 1953; Noche de frío espeso, 1954; Vejez heraldo de la muerte, 1955; Amorimorfus al relente, 1955; Obsequio para ella, 1959 – Gouaches: Villa soledad, 1928; Tortura, 1947; Crepúsculo volátil, 1949; Vida silenciosa de las flores, 1954; Doña Mosca Verde, 1978; Romance de amor, 1980; Crepúsculo del sol, 1981 – Bocetos: 888. Camino de la vida, 1949; 966. Horizonte perdido, 1949; 1139. Puente que llora, 1950; 1228. Recuerdo de tu ausencia, 1951; 1620. Hombre recreando su soledad, 1954; 1801. Rosa del diablo, 1957.
La variedad temática e iconográfica de Aurelio Suárez refleja numerosos nombres propios y neologismos en los títulos de sus obras. Abundan los que toman el nombre del propio pintor, de personajes populares y también los que destilan ideología contra el poder establecido y fina socarronería. Como su admirado Jonathan Swift, Aurelio Suárez también tenía una visión satírica del estado y de los gobiernos:
Óleos: Lunaria, 1940; Olor a soga, 1947; Juan Carnecruda, 1953; Adulante séptimo, 1965 – Gouaches: Cárcel, 1946; Zulka, 1948; Hombre soñando dormido, 1978 – Bocetos: 44. Cómo se desarma a un hombre, 1929; 297. Crueldad, 1947; 931. Don Vinario, 1949; 1885. Doña Doncella, 1958; 1947. Peces aurelienses, 1959; 2054. Poldeta Rodríguez, 1961; 2142. Luisón Pulpus, 1961; 2185. Mariano Cerdopez, 1962; 2614. Patrocinio Suárez, 1966; 2676. Ofelia Suárez, 1966; 2918. Floraurelio, 1970; 3059. Cabezaurelio, 1973.
Un mundo de títulos…
ENRIQUE ARENAS
Las obras que no se reproducen en el artículo, se pueden visualizar en los apartados de óleos, gouaches, bocetos y obras singulares.